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PA A A e ho h El A 288 que son como el timón de una nave, del cual de- pende su rumbo y acertada dirección. Por eso nos hemos congregado en nombre de Dios, para que El esté en medio de nosotros, presidiendo nues- tras determinaciones, y hemos implorado la luz celestial de su Divino Espíritu, con las preces litúrgicas de la Iglesia, á fin de que esta elección resulte á mayor gloria de su Divina Majestad y en bien de los intereses de vuestra congregación. Para que así suceda, es indispensable que los que han de tomar parte en esta elección tengan conciencia de lo que van á hacer, conozcan sus obligaciones en asunto de tanta importancia, y se hallen dispuestos á cumplirlas. A lograr esto se dirigen estas sencillas reflexiones que al presente me propongo haceros, en las cuales os hablaré de lo que debe tenerse en cuenta al verificar la elec- ción, y de la fidelidad y celo que han de mostrar los que sean elegidos para los cargos de la O, T. —Ave María. El acierto y los buenos resultados de una elec- ción depende, carísimos terciarios, en gran parte, de los electores; de la recta intención de éstos, del desinterés con que procedan, de la moralidad y buenos propósitos de que se hallen animados, y de la legalidad, finalmente, con que la verifiquen. Ante todo, terciarios, proponeos, en este acto de la elección, un fin santo; la gloria de Dios, la