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232 DEVOCIÓN Á MARÍA SANTÍSIMA o, finalmente, por todas partes se ven señales de vida y de nuevas energías. Mas no es esto lo que tiene el mes de Mayo de más simpático y halagiieño para nosotros: otra cosa hay en él que cautiva y entusiasma aún más nuestros corazones de cristianos, y es, el estar consagrado especialmente al culto de la Soberana Reina de los Angeles. Mayo es, en efecto, el mes de María; la piedad cristiana se lo ha dedicado como ofrenda de amor, la Iglesia ha sancionado y bendecido los afectuosos homenajes que sus hijos tributan en este hermoso mes á la Augusta Madre de Dios, y la naturaleza, formando harmonioso coro con la voz de la Religión y los sentimientos de la piedad, nos ofrece sus variadas y bellísimas flores con que tejer una guirnalda para colocarla sobre las sienes de la Inmaculada Señora. Yo no puedo prescindir de una idea que en estos momentos me recuerdan todas las cosas que me rodean: cuando todos hablan de María, cuando veo retratadas sus virtudes y perfecciones en la naturaleza, cuando llega á mis oídos su dulcísimo Nombre llevado en alas del suave céfiro, cuando se la aclama bajo las bóvedas de todos nuestros templos, ¿podía yo dejar de unir mi débil voz al concierto de toda la creación? Ved por qué, amados terciarios, aprovechando la ocasión de hallarnos en el mes de María, me propongo tratar en esta conferencia del amor y devoción que habéis de tener á María Santísima Nuestra Señora. Hacemos esto con tanta más

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