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180 DEL SACRIFICIO DE LA MISA o del adorabilísimo Sacrificio de la Misa. Todo lo que la pobre inteligencia del hombre puede alcan- zar y todo lo que su torpe lengua puede decir, es, en verdad, muy poco, poquísimo, para enaltecer ese divino holocausto que todos los días se ofrece á Dios bajo las bóvedas de los templos católicos y sobre el ara de nuestros altares. Poco es decir que el Sacrificio de la Misa contiene en sí todo el mérito y todas las excelencias de los antiguos sa- crificios; que supera en valor y dignidad á todas las víctimas y á las ofrendas más estimables que hicieron á Dios los Patriarcas en el transcurso de los cuatro mil años que precedieron á la venida de Jesucristo, incluso el sacrificio de Abraham al dis- ponerse á sacrificar á su hijo Isaac en la cumbre del monte Moria; poco es también afirmar que el tremendo Sacrificio de nuestros altares es más excelente que todas las obras de gracia y de natu- raleza, que han realizado y puedan realizar todos los justos desde el principio del mundo hasta su conclusión; más que los cruentos sacrificios de los mártires, que ofrecieron á Dios su vida en medio de cruelísimos y atroces tormentos, más que los trabajos y penalidades de los Apóstoles en la pro- pagación del Evangelio, más, en fin, que las lá: grimas, penitencias, oraciones, virtudes y obras buenas de los confesores, de las vírgenes y de to- dos los santos y justos que han existido y existi- rán hasta el fin de los tiempos. Porque una sola Misa es más, incomparable más que todo esto, y agrada á Dios más que todas estas obras reuni-
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