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CONFERENCIA VIGÉSIMA OCTAVA 179 ia Pues bien: uno de los actos más solemnes del culto católico, el que es como el fundamento de todos los demás y el medio por donde el Cristia- nismo tributa á Dios los homenajes supremos de adoración, es el Santo Sacrificio de la Misa. La Misa es, en efecto, el centro de nuestro culto re- ligioso, adonde convergen, digámoslo así, todos los ritos y ceremonias de la Iglesia, todos los ejer- cicios de piedad y todas las obras de devoción con las cuales manifestamos á Dios nuestro re- conocimiento, nuestro amor y nuestra sumisión. La Misa es, por tanto, el sol de la vida devota, el alma de la verdadera piedad, el instrumento más poderoso para renovar en los corazones los senti- mientos religiosos; es en suma, la reina de todas las devociones, en torno de la cual ha de formar honroso cortejo cualquiera otra devoción, por ex- celente y meritoria que sea. Por esta razón la V. O. T., en una de las cláusulas de la Regla, dispone: «Que los que cómodamente puedan, oigan Misa cada día.» Esta ordenación me ofrece el tema para la presente conferencia, en la cual os hablaré de las excelen- cias del Santo Sacrificio de la Misa, á fin de que os esforcéis por oirla cada día en cumplimiento de lo que prescribe vuestra Regla.—Ave María. l Tarea harto dificultosa es haber de hablar de la grandeza, dignidad y excelencias inenarrables

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