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— oro 178 DEL SACRIFICIO DE LA MISA o moral, sino también todo lo que más eficazmente puede ayudar á acrecentar la fe y las demás virty- des cristianas, á establecer sólidamente en las almas la verdadera piedad y mantener siempre en- cendido el fuego de la devoción. Recordad lo que en las anteriores conferencias hemos dicho, co- mentando las distintas cláusulas de la Regla, y no podréis menos de confesar que ella es, en hecho de verdad, un directorio ascético, una norma perfectísima de vida cristiana, siguiendo la cual indudablemente puede uno remontarse desde la Babilonia del siglo, á las serenas regiones de la perfección más encumbrada. Una nueva y luminosa prueba de esta verdad nos la ofrece sin duda, la prescripción de la Regla que hoy nos proponemos comentar como tema de esta conferencia. Sabido es cuánto influye en el acrecentamiento del fervor religioso, el culto externo de la Religión, el tomar parte activa en las ceremonias de la Iglesia, el asistir á las fun- ciones sagradas, el frecuentar los Sacramentos, el hacer uso de los sacramentales y, en fin, prac- ticar todas aquellas cosas que se creen por la fe y el magisterio infalible de la Iglesia. Es esto tan indispensable en la vida cristiana, que sin ello languidecen las creencias religiosas, se amortigua la esperanza, se entibia el fervor, y, en una pala: bra, se dejan de participar las soberanas influen- cias que ejercen en el alma la gracia y los miste- rios de la Religión, sin las cuales es absolutamente imposible la vida sobrenatural.

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