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CONFERENCIA VIGÉSIMA SÉPTIMA 175 obras que, con su gracia, ha llevado á cabo. Asi- mismo le pedirá perdón con humildad por las faltas cometidas, y arrepintiéndose mucho de ellas se impondrá una penitencia conforme á lo que dis- pone la Regla. Antiguamente los terciarios, después del exa- men de la conciencia, debían rezar tres veces el Padre nuestro, como penitencia por los defectos cometidos durante el día y, especialmente, por las transgresiones de la Regla. En la actualidad no existe tal obligación, quedando esto al arbitrio de cada uno. Muy loable sería, sin embargo, se siguiese por los terciarios la antigua costumbre sobre este particular, para conservar mejor el espíritu de la primitiva Regla y las tradiciones de sus antepasados. Resumiendo todo lo que llevamos dicho en esta conferencia, tenemos: que el terciario ha de ser muy cauteloso en el hablar; que ha de abstenerse ordinariamente de jurar, y en caso de verse preci- sado á ello, que debe hacerlo con sumo respeto y con las condiciones necesarias de moralidad; que asimismo debe abstenerse de palabras desho- nestas y entretenimientos que están reñidos con la moral del Evangelio; y finalmente, que debe emplear constantemente el examen de la concien- cía, como medio para corregir sus defectos, en- mendar las culpas y ordenar mejor su vida. Todo lo cual es una prueba evidente de la eficacia de la Regla de la O. T. para llevar á las almas á la cumbre de la perfección cristiana.

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