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ip RE ds o RS EAT A A AMAIA rl mn RARE ANT EERARA 156 DEL ESPÍRITU DE CARIDAD FRATERNA A de su prestigio, de su amistad ó de su influencia, para apagar, entre sus prójimos, el fuego de las discordias y enemistades, en la seguridad que nada pueden hacer que sea más grato á los Ojos de Dios que esto. Porque si una de las cosas que Dios más detesta y aborrece «es el sembrar dis: cordias entre los hermanos» (1), bien puede asegu- rarse que lo que más ama y lo que más le agrada, es lo contrario, esto es, procurar su reconciliación y amistad. Recuerden los terciarios el amor extra- ordinario que San Francisco tenía á la paz y el celo con que trabajaba para restablecerla donde quiera que la veía alterada, y esfuércense en imi- tar á su Bienaventurado Patriarca. Él fundo la O. T. para que sirviera de lazo de unión entre las diversas clases y estados de la sociedad, y para hacer desaparecer las rivalidades y todo aquello que se opone á una sincera y cristiana fraterni- dad. Obligación es, por lo tanto, del terciario, de secundar con sus palabras y con sus obras los propósitos de su Santo Fundador y los fines del Instituto á que pertenece. Tened, pues, carísimos hermanos, la paz y la caridad en vuestro corazón en tanta abundancia que redundando se derrame sobre los prójimos, los atraiga á Dios, los una entre sí y resulte de todos una familia de herma- nos que sirviendo á Dios en este mundo le alaben y glorifiquen eternamente, y vosotros con ellos en el cielo. —Amén. (1) Prov. VI, 16.
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