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CONFERENCIA VIGÉSIMA QUINTA 129 No justifica, no, el decir que se lee la prensa tiberal por sólo las noticias que trae; porque esas noticias son, quizá, lo peor que contiene y el medio más frecuente de que se vale para realizar su obra destructora; esas noticias son, generalmente, dardos envenenados que se lanzan contra el cora- zón de la Iglesia, son el modo más solapado de sembrar la indiferencia, son, en fin, el arma vil de que se sirve para propagar recelos, prevenciones y dudas, contra personas, instituciones y cosas dignas del mayor respeto y estima para un buen católico. Ni sirve tampoco el decir que no se presta crédito á tales noticias: porque de las mentiras y calumnias y de las maliciosas insinuaciones que propala en sus columnas la mala prensa, siempre queda aio en el que las lee, por buena intención que tenga y por más recto criterio que le distinga. Del mal periódico cabe decir lo que de la gota de agua: una gota de agua, cayendo constante- mente sobre la piedra, acaba por hacer en ella una hendidura. Pues bien: el mal periódico es una gota, pero una gota de veneno corrosivo, capaz de hacer mella en los corazones de mejor temple; es una gota, pero una gota que cae cada día y que insensiblemente va enterneciendo el corazón y preparándolo para abrir en él una llaga de difícil curación. Al principio se lee el periódico con indi- ferencia, después con interés, luego con apasiona- miento, hasta que se acaba por apreciar y juzgar de las cosas y personas conforme al criterio del periódico. Por eso dijo muy bien un escritor cató- 9

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