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118 EL TERCIARIO Y LA PRENSA elementos tan opuestos entre sí, que jamás podrán fusionarse, por más que se haga; como dos ejér- citos contrarios que pelean por distinta bandera y encontrados intereses; son, en fin, como la luz y las tinieblas que se repelen mutuamente por natu- raleza y entre las cuales es absolutamente impo- sible la unión, la presencia simultánea de ambas en un mismo lugar. El origen de semejante lucha no es, como pretende la absurda doctrina de los maniqueos, la existencia en el mundo de dos principios, bueno el uno y malo el otro, y de los cuales proceden, según ellos, respectivamente todas las cosas, sino el libre albedrío del hombre y su nativa fragilidad por una parte, y por otra, la maléfica influencia de Satanás, padre de la mentira y enemigo eterno de la verdad. Por secretos é inapeables designios de la Divina Providencia, se ha permitido al demonio luchar contra Dios, oponerse á sus planes, levantar contra el altar de la verdad, el altar del error, y contra el santuario de la justicia el templo de la iniquidad, y frente al trono donde Dios recibe las adoraciones de los justos, su trono infernal donde se hace adorar de sus infelices seguidores. Cosa horrible es esta en verdad, pero no por eso es menos cierta, y que explica satisfactoria- mente la tenacidad de esta tremenda lucha. El odio de Satanás á Dios no tiene límites; es eterno, universal, se extiende á todo lo que de Dios pro- cede ó con Él se relaciona. Por eso, mientras haya ——,
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