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78 GLORIAS DE LA V, O. T. Como ejemplo de esto, podemos citar, en los tiempos modernos, á los reyes Carlos lll y Fer- nando VII, de España; á D. Pedro de Alcántara, emperador del Brasil; la reina de Baviera y el duque de Nemours; á García Moreno, Presidente del Ecuador, que selló con su sangre su ardiente fe y su inquebrantable adhesión á las enseñanzas de la Iglesia; las infantas de España D.* Luisa Fernanda de Montpensier, y D.* Paz, que tanto contribuyó á la beatificación de la beata Crescen- cia. Estos y otros muchos personajes de elevada posición, que pudieran citarse, pertenecieron en la época moderna á la O. T.; lo cual es una prueba evidente de que ella se adapta maravillosamente á todos los tiempos y circunstancias que rodeen al individuo; que sus leyes son siempre oportunas para preservar á las almas del contagio del siglo y que su espíritu las santifica, donde quiera que las halla. Por eso, donde haya un corazón recto deseoso de su salvación, donde se encuentre un cristiano de fe viva, allí tiene la O. T. un defen- sor y un admirador entusiasta de su bondad y excelencias. Ni fué tan sólo la santidad y la nobleza los que acudieron á realzar el mérito de la O. T. y á abri- llantar su historia. La santidad de sus hijos colocó sobre sus sienes la más hermosa diadema, la nobleza, con sus blasones, tejió el precioso manto que la cubre y el genio de las ciencias y de las artes, asociándose á ella, embelleció, con sus diversas producciones, su riquísima vestidura.