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CONFERENCIA QUINTA 73 el santoral de la O. T., y allí hallaréis la flor y nata de los santos que veneramos en los altares; de esos héroes cristianos que vivirán perpetua- mente en la memoria de las generaciones. Aparecen en primera línea aquellos esclareci- dos varones que supieron realzar el explendor de la púrpura con los esmaltes riquísimos de la san- tidad más radiante; un San Fernando, rey de Es- paña y debelador invicto de los torpes hijos de Mahoma; un San Luis, que resplandeció en el trono de Francia; las dos santas reinas que, con el nombre de Isabel, enaltecieron los tronos de Hungría y de Portugal; vienen luego los nombres inmortales de fundadores tan famosos como Igna- cio de Loyola, José de Calasanz, Francisco de Paula, Camilo de Lelis, Felipe Neri, Juan de Dios y Vicente de Paúl; obispos tan renombrados como Francisco de Sales y Carlos Borromeo; santos tan notables como Roque de Montpeller, Elzea- rio, Ibo, San Pablo de la Cruz, los beatos Luque- sio y Raimundo Lulio; santas tan memorables como Margarita de Cortona, llamada la penitente de la O, T.; Rosa de Viterbo, intrépida defensora de los derechos del Pontificado; Francisca de las cinco llagas, Jacinta de Mariscoti y la bienaven- turada Crescencia, última perla engastada en la corona de la O. T. por la mano del inmortal Pon- tífice León XIII. Añadamos á este catálogo á los bienaventurados Juan Bautista Vienney y á la he- roica doncella de Orleáns, Juana de Arco, beati- ficada por el actual Pontífice Pío X.