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¡PELI IRA No Sapa AA | LAS DIVERSIONES MUNDANAS tar álos deberes de su vocación. No prohibe la Regla las danzas honestas que se celebran en algu- nos pueblos como expresión de regocijo, sin mez- cla de sensualidad y sin ofensa alguna de la moral. Pero sí esos bailes voluptuosos que, por todas las circunstancias que en ellos concurren, son ma- nifiestamente incentivos de la lascivia, fomento de las malas pasiones, escollo del pudor, naufragio de la inocencia; esos bailes en los que se reune todo lo más eficaz para soliviantar los apetitos de la carne, como es la música, los vestidos y en mu- chos casos la vergonzosa desnudez, el salón donde se celebra, con una atmósfera impregnada de per- fumes, á fin de que los sentidos respiren por todas partes el deleite y el placer; la diversidad de sexos unidos en parejas, estrechándose las manos, el talle y casi abrazándose, todo esto, junto con la libertad en el hablar y la disolución en el produ- cirse. Esos bailes, en los que parece que el demo- nio lleva el compás y en los que ruedan en verti- ginoso torbellino hombres y mujeres en el más loco desenfreno; esos bailes, en fin, que nada tienen que envidiar á los más descarados del pa: ganismo, la O. T. no puede menos de condenarlos y prohibirlos rigurosamente á todos sus individuos por su intrínseca inmoralidad y por ser ellos peli gro próximo de ruína espiritual. Por idénticos motivos está vedado al terciario asistir á representaciones teatrales licenciosas. El teatro no es malo considerado en sí mismo; pu- diera ser hasta escuela de buenas costumbres, €s
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