BCCPAM000526-2-19000000000000

208 DEL HÁBITO DE LA O. T. pedir con fervorosas súplicas y con humilde ren- dimiento. Luego el sacerdote, invocando el nombre de Dios, pronuncia esta tiernísima oración sobre los pretendientes: «Omnipotente y sempiterno Dios, que por la muerte de tu Unigénito Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, te dignaste misericordiosamente restaurar el mundo para librarnos de la muerte eterna y conducirnos á la patria celestial: mira piadosamente á esta tu devota familia instituida por tu bienaventurado siervo Francisco para aumentar el número de los creyentes. Confírmala sobre la firme piedra, que es Cristo, para que se halle siempre libre de todas las perturbaciones del mundo, de la carne y del demonio, y andando constantemente por la senda de tus divinos man- damientos, por los méritos de la acerbísima Pasión de tu Hijo, de su Inmaculada Madre la siempre Virgen María, de Nuestro Padre San Francisco y de todos los Santos, alcance la bienaventuranza eterna.» Procédese después de esto á la bendición del escapulario y de la cuerda, empleándose para ello devotísimas y significativas oraciones. Luego el sacerdote, acercándose al candidato, le dice: «Despójete el Señor del hombre viejo con todos sus actos, y aparte tu corazón de las pompas del siglo que renunciaste al recibir el santo Bautismo.» Después, imponiéndole el escapulario, añade: «Vís- tate el Señor del nuevo hombre que fué creado según Dios en justicia y en santidad.» Cíñele des- pués el cordón, diciéndole á la vez: «Ciñate el Señor con cíngulo de pureza, y apague en tí los

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz