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186 LA TERCERA ORDEN Y LA MUJER en una palabra, en manos de la mujer está el por- venir de las naciones, éstas serán buenas ó malas, dichosas ó desgraciadas, virtuosas ó depravadas, religiosas ó impías, según fuere la mujer. Cuando, pues, se quiera saber el estado general de morali- dad de un pueblo, no hay más que fijarse, como en un termómetro de maravillosa precisión, en la cultura de sus mujeres, en su honradez y religio- sidad, en las virtudes que practican; con sólo este dato que conozcamos, nos será fácil apreciar con entera seguridad los grados que allí alcanza la moral pública. La moralización de la mujer, por consiguiente, la buena formación de su espíritu, la educación de su corazón en las máximas de la santidad cristiana, para que pueda llenar cumplidamente en el mundo la dificultosa misión que Dios le ha confiado, es una obra de vital interés y de trascendencia suma para la sociedad. Por lo mismo, todo lo que se haga con este intento, todo cuanto contribuya á la elevación moral de la mujer, todo lo que tienda á arraigar en ella el delicado sentimiento del pudor, todo cuanto se enderece á levantarla sobre la turbia atmósfera de las pasiones groseras, y todo lo que se encamine á embellecerla con las cuali- dades necesarias para el desempeño de las impor- tantísimas funciones que ha de ejercer en la fami: lia, será siempre digno de loa, merecerá el aplauso de todos los que verdaderamente se interesan por la prosperidad y regeneración moral de los pueblos. La V. O. T. de San Francisco de Asís, insti-
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