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180 DE LA CONCORDIA las revueltas políticas con que comenzó el actual. Bien claramente indica todo esto que está aún muy lejos el día de la pacificación social, que es muy poco lo que ha adelantado en el camino de la paz la moderna civilización, que son muy escasos los frutos que ha conseguido para realizar la fraterni- dad universal en que sueña. ¿Y cuál es la causa de esto? ¿Por qué han fra- casado todos los sistemas políticos y todos los esfuerzos humanos hechos para conseguir la rea- lización de tan hermoso ideal? Pues sencillamente: porque se ha querido edificar sobre la arena mo- vediza de las opiniones de los hombres, y no sobre la piedra firmísima de la doctrina católica; porque se ha pretendido cimentar la unión y concordia de la humanidad, no sobre las virtudes cristianas, sino sobre las riquezas y prosperidades materiales; y estas cosas podrán unir los cuerpos, podrán man- tener entre los hombres relaciones comerciales y políticas, pero no sirven para unir los corazones y las almas, que sólo pueden enlazarse con el amor cristiano, mantenerse unidos con la práctica de la moral del Evangelio y el ejercicio de las virtudes que Él mismo enseña. Decimos todo esto, amados terciarios, para que entendáis que la concordia que estáis obliga- dos á sostener con vuestros semejantes, ha de comenzar en vosotros mismos, con el concierto de vuestros apetitos regulados por la Ley de Dios, y con la omnímoda mortificación del amor propio, origen de todas las discordias. Cuando esto hu-

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