BCCPAM000526-2-19000000000000
2 ORIGEN DE LA Y. O. T. AE regla invariable, que la medida del aprecio y amor que á un objeto cualquiera tenemos está en razón directa del conocimiento más ó menos erfecto que del mismo hemos adquirido. Si el hidalgo desconoce la nobleza de su cuna, las gloriosas hazañas de sus antepasados, los tim- bres de su casa y todo lo demás que se refiere al lustre de su linaje, ¿cómo ha de estimar todas estas cosas en su justo valor ni esforzarse por conservarlas ni animarse á acrecentar más y más el esplendor de su noble prosapia? Si el soldado ignora la brillante historia de su patria y las fa- mosas victorias alcanzadas á la sombra de su bandera, ¿cómo ha de luchar con arrojo en su defensa ni hallarse dispuesto á ofrecer por ella el sacrificio de su vida? Si el sacerdote y el reli- gioso no tienen de su vocación y ministerio un conocimiento adecuado, que engendre en ellos un concepto muy elevado de su propio estado, ¿cómo se aplicarán diligentemente al cumplimiento de sus sacratísimos deberes, observando aquella pu- reza de costumbres que Dios exige á los que eligió para que fueran luz del mundo y sal de la tierra? De la misma manera pudiéramos ir discurrien- do por todos los demás estados y profesiones de la vida humana, sacando siempre análogas conse- cuencias. Lo cual hemos indicado, para venir á nuestro propósito, que es demostrar la necesidad que tienen los terciarios de San Francisco de ins- truirse convenientemente en todo lo que concierne
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz