BCCPAM000526-2-19000000000000
112 ESPÍRITU DE LA Y. O. T. lísimos fines de su institución y que ella ha de santificar la familia y promover en todas partes la reacción del espíritu cristiano, que tanto se nece- sita, sólo con que los terceros recen los Padre Nuestros y practiquen algunos actos de devoción al tenor de sus estatutos, sería una despreciable utopia, una ilusión, un ensueño irrealizable. Des- engañémonos: para llevar á cabo todo esto, se necesita indudablemente algo más; es preciso que los terciarios ejerciten, no sólo la piedad, sino las demás virtudes y santas obras á que inclina el espíritu de la T. O., como son: la pureza de la fe, el celo de la gloria de Dios, la propagación de las obras católicas, la defensa de los intereses de la Iglesia, y, en fin, todo aquello que tiene por objeto establecer en el mundo el reinado social de Jesu- cristo. Sin duda alguna, amados terciarios, la causa de que la O. T. no ejerza hoy sobre las costum- bres la influencia saludable de otros tiempos, es porque los terciarios no se han persuadido aún bien de los deberes de su vocación. Muchos, gran parte de ellos, pertenecen á la O. T., como perte- necerían á cualquiera otra hermandad piadosa. De aquí que reduzcan todas sus obligaciones, como terciarios, al simple ejercicio de la piedad, á la Comunión, á la asistencia de las funciones men- suales, á los rezos, etc., etc., ni más ni menos que lo que harían estando afiliados á otra simple cofra- día. Mas, por lo general, no conceden toda la importancia que se merece á otra cosa que es más
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz