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CONFERENCIA SEXTA 93 les como la V. O. T. de San Francisco. Ella es verdaderamente como el misterioso árbol que vió San Juan en su Apocalipsis, plantado en las már- genes del río que alegra la ciudad de Dios; por- que así como éste produce nuevos frutos cada mes del año y sus hojas son medicinales, así también la V. O. T. da á los terciarios riquísimos y sabrosos frutos todos los meses y todos los días, en las valiosas indulgencias que les ofrece en el transcurso del año. No vayáis á creer que sean las indulgencias, de que os he hablado, las únicas gracias y favo- res otorgados por los Romanos Pontífices á la V. O. T. Otros privilegios le han sido concedidos que demuestran grandemente el alto aprecio en que tiene la Iglesia á esta benemérita institución y la estima que hace de ella. En otra ocasión os manifesté, carísimos ter- ciarios, que la V. O. T., á la que tenéis la dicha de pertenecer, no es una simple cofradía ó her- mandad piadosa, sino Orden aprobada por la Igle- sia, por cuanto que tiene su Regla, forma de hábito, noviciado y superiores, al modo de las Órdenes religiosas. Pues bien: consecuentemente con este concepto en que es tenida la V. O, T., la Iglesia le ha dispensado favores y privilegios parecidos á los que gozan las Órdenes religiosas para su prosperidad y buen régimen. Así, por ejemplo, ella tiene el privilegio de e.rención, según el cual nadie, más que los supe- riores legítimos, puede ordenar ó hacer cosa algu-

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