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} CURACION MARAVILLOSA. R. Vallet-Decherat, concejal radical de Poitiers, declara en una entrevista con un periodista sus impresiones sobre la curacién de Mr. Gargam de esta manera: «El lunes ultimo, 19 del corriente, 4 las tres y 32 minutos de la tarde, sali de Poitiers al mismo. tiempo que los peregrinos. Al llegar a Angouléme, pardse el tren, y pronto se abrid la puerta de mi compartimiento. Un espectaculo lastimoso ofrecidse 4 mi vista Un hombre al parecer muerto esta tendido en una camilla portatil, lle- vado por tres personas. Contra costumbre, meten en el comparti- miento la camilla con el enfermo para evitar a éste toda molestia. A su lado se colocan las tres personas, y no le pierden de vista. Pero yo, sintiendo desazén 4 causa del desagradable olor de fenol y de iodoformo que desprendia el cuerpo del desgraciado, tomé el partido de cambiar de compartimiento pasando al del lado donde encuentro a Mr. Boutin, comerciante de Neuville. ; Ningtin incidente ocurrié hasta Lourdes a donde llegamos a las siete de la mafiana. Una vez alli, perdi de vista al enfermo, y me separé de Mr. Boutin. Después, gracias 4 una tarjeta del muy amable Mr. Estéban de Beauchamp, presidente de los camilleros, entré 4 visitar sucesivamente los hospitales, la gruta, las piscinas, etc, Por fin a las cuatro de la tarde asisto a la presentacion del Santi- simo Sacramento que tuvo lugar delante de la Iglesia. La afluencia de® gente es considerable, el espectaculo imponente y verdadera- mente bello. Los enfermos, en gran nimero, estan colocados for- mando circulo, y en actitud suplicante. Repentinamente veo, a unos quince metros de mi, al enfermo que en la vispera habia encontrado en Angouléme. Llego la hora de ser presentado el Santisimo Sacramento. j|Qué solemne momento! El sacerdote que lleva la Custodia la presenta sucesivamente delante de cada enfermo. Parece ser el instante de los milagros. La actitud de los enfermos resulta mas y mas su- plicante. E] Santisimo Sacramento es presentado, pues, delante de cada enfermo; yo sigo observando a mi compafiero de Angouléme, mien- tras le llega su turno. Asi que el sacerdote dirige al Santisimo Sacra. mento hacia Gargam, inmoévil como un muerto, leydntase éste de repente, y grita: «;Hstoy curado!» La impresién de. todos es in-

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