BCCPAM000525-6-22000000000000
¥ 84 : 4 Bernardita que habia ido 4 verme: «:Quién te ha ensefiado a saludar tan bien?» Me contestd: «Yo no sé cémo saludo; hago como la Sefiora: Ella me saluda, y yo la saludo del mismo modo.» Nota aqui un testigo que atin saludando, mantenia la nifia sus ojos levantados hacia la Aparicion. Un testigo describe asi sus impresiones al ver a Bernardita en una de las apariciones de la celestial Sefora: «Por cuatro 6 cinco veces parecié. que la Virgen se mostraba y se ocultaba alternativamente; el rostro de Bernardita pasaba del é gozo 4 la tristeza y de la tristeza al ‘gozo, como si una nube pasase por él; yo pensaba: «Nuestra Sefiora hace como una madre con su hija; octltase para que la busque.» Deciame mas: «Esto prueba que realmente Bernardita vé algo extraordinario.» El Sr. Duf6d, abogado, que estaba cerca de mi, de tal modo se conmovid, que tuvo que retirarse. En cuanto a mi lloraba deshecha en 1a- grimas, y otros también.» Al preguntar yo a Bernardita, dice Juana Vedere, si la Santi sima Virgen era muy hermosa, pareciéd como si se extasiara y no con- testaba de otro modo. Insisti, y entonces contentése ella con responder: «Para formarse de ello alguna idea, seria preciso subir al cielo.» Ningtin testigo ha dejado de notar la que podriamos llamar la soledad de Bernardita durante el periodo de las apariciones; dice uno de ellos: «Lo que me chocaba era que ella no veia 4 nadie: no tenia la menor distracci6n; nada veia, mada ofa; para nosotros que la contem- plabamos, estaba tan muerta como cuando lo estara verdaderamente. Acontecié producirse a su alrededor un grande alboroto para acercar- sele, y luégo nos decia: «Yo nada he oido.» Estabamos prietos hasta ahogarnos, la oleada iba y venia seguin que los de atrds se esforzaban por avanzar 6 que los otros los rechazaban para no caer sobre Ber- nardita. Habfa de ordinario un silencio uma calma terrible; estaba- mos como aterrados, y, sin embargo, hubiéramos querido permane- cer. allf.....;.. Yo hubiera querido gritar; tan conmovida estaba; y en el fondo de mi corazén rogaba a la Virgen Santisima tuviese compa- sidn de mi, juzgandome indigna pecadora en comparacién de aquella tl joven inocente. pi ene ere eer Il i Desde el afio 1860 vivia la nifia Bernardita recogida en el Hospicio de Lourdes a cargo de las Hermanas de la Caridad de aaa ie Late Fy anaes ih aoa
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz