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7o Sefiora, de los Siete Dolores y de otras tantas piadosas devociones sobre los Misterios de la Virgen; escritor que en la ciencia mistica fué por la tersura de su genio y el ardor de su alma lo que en la pintura el ilustre Angélico de Fiésole. En el Capitulo general de Pisa, celebrado en 1263, ordend en toda la Orden Franciscana la cele- ; bracién de la fiesta de la Inmaculada; @1 fué quien vulgarizé la tierna F y poética costumbre de saludar tres veces 4 Maria con las palabras } del angel por la mafiana desde la aurora, y por la tarde después del crepusculo, Hoy, al sonido de la campana en los pueblos y aldeas, F el cristiano interrumpe un instante su trabajo, se arrodilla y junta 4 las manos para honrar 4 la Madre de Dios. Es también cierto que se remonta hasta San Buenaventura la costumbre de rezar todos los dias después de Completas una Antifona 4 la Inmaculada. Seria muy largo hablar de Jos santos y santas de la Orden Serdfica devotos de Maria; lo fueron todos. Citaré solamente 4 San i. Antonio de Padua, el gran taumaturgo, que vivid y murid rezando E el O gloriosa virginum; Gil de Asis, este santo hermano lego que : hizo brotar tres lirios hiriendo la tierraycon su baston para probar be la virginidad de Maria; Bernardino de Sena, el gran predicador E 8 s que es, segtin se dice, el autor del Sud tuum presidium. Félix de Can i talicio, que ve 4 la Virgen y la habla como un nifio 4 su Madre; Leo-' nardo de Puerto Mauricio, el incomparable Misionero, que obtiene la conversién y. perseverancia de tantos pobres pecadores por la practica de las. tres Avemarias; Diego José de Cadiz, que predica sobre la Virgen mds de 1 500 sermones. Muchos ejercicios de devocién deben también su origen 4 la Familia Franciscana. Pongamos en primer lugar la Corona Francis- cana, especie de Rosario, compuesto de siete decenas de Avema | rias para celebrar los siete gozos de la Santisima Virgen, reco- mendada por San Bernardino de Sena y enriquecida con una in- dulgencia plenaria para todo el que cifie el cordén serdfico. El Oficio Parvo de la Inmaculada Concepcion se debe atribuir a un religioso Franciscano, y probablemente al P. Bernardino de | Bustos, a fines del siglo XV, segtin el P. Beringer. Es justo reco nocer también que San Alfonso Rodriguez, que lo rezé durante cuarenta afios, recibid orden de la Santisima Virgen de escribir, extender y acreditar esta devocién. ;Quién contara el nimero de almas que con esta devocién han conservado la inocencia? Mas sencilla y, por tanto, mds popular es la Corona de la Inmaculada Concepcién, compuesta por un Capuchino, el P. Bue-
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