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35 vivia completamente olvidado de Dios y de sus deberes de cris- tiano. Sin embargo, de cuando en cuando brillaban como fugaces relampagos. en noche ldébrega algunos rasgos de justicia, casi di- riamos, de honradez, que permitian adivinar en su alma un fondo de virtud amortiguada, desconocida; pero no muerta ni extinguida del todo Dejandose llevar de su caracter impetuoso y feroz, degollé a un comisario de guerra, que le hablé con altivez; a un gentil- hombre, que levanté la mano para darle un bofetén, le cortdé el brazo; porque su fogosidad no le consentia admitir en nadie la superioridad sobre él. Pero en medio de estos extremos de violen- cia, jcudnta nobleza no descubrimos en otros actos no menos no- tables! Dos soldados habian robado el dinero 4 un pobre hombre que habia vendido su trigo en Palermo; lo sabe Felipe, corre tras ellos, y, al alcanzarlos, les amenaza y les obliga, mal de su grado, a restituir el bolsén, que inmediatamente devolvié al desolado cam- pesino. En otra ocasién salv6 a una inocente doncella de la bruta- lidad de cuatro libertinos, no desamparandola hasta haberla entre- gado 4 sus padres. Un dia que en el juego gané mucho:—Es justo —se dijo—que satisfaga por mis pecados.—Y dirigiéndose al Hos- pital, deposit6 en el cepillo de los pobres cuanto habia ganado. Perseguido por la justicia, 4 causa de una injuria inferida a la me- moria de un difunto el dia de sus funerales, tuvo que refugiarse en una iglesia para gozar del derecho de asilo, y aqui fué donde oyé por vez primera las amorosas, aldabadas que el dulce Corazén de Jestis daba al suyo para hacer de él su morada y su santuario. Su alma se abrio; las lagrimas, cual rocio benéfico, fecundaron aque- lla tierra arida y aparentemente estéril, y en un momento truécase el grande pecador en gran penitente; la resolucién esta tomada; si Dios escucha y acepta su voto, se consagrara 4 su servicio en un convento de Capuchinos, y por los tres votos de obediencia, pobreza y castidad, reparara los escandalosos ejemplos que ha dado al mundo con su vida de disolucién y de crapula. Después de haber solicitado la admision en los Capuchinos, el Padre Guardian le envidé al Provincial, y como temieran la in- constancia en su conducta, le ordenaron, antes de darle entrada, que fuese 4 reconciliarse con la familia ofendida. No vacild Felipe, se arrojé 4 los pies de los injuriados, y habiendo obtenido su per- dén, fué recibido en el noviciado, en cuyo acto tomé el nombre de Bernardo de Corleén. Cuanto pudiera decirse para ponderar su ab- negacién resultaria palido bosquejo en comparacion con la realidad 5 LPlseicacniia ainatttghip.siats ciaisimastnninimniiliontiti

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