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142 rioso .amante de Maria en .el momento mismo en que su voz, vibrante y conmovedora, anunciaba al mundo la grandiosa no- bleza de Reina, como para confirmar.la verdad de sus palabras y~ atestiguar la gloria de la Virgen Inmaculada. La estrella desapare- cié, dejando en la muchedumbre una idea muy alta. de la virtud y de la santidad del humilde hijo de San Francisco. Pero.de nuevo una gran sefial, sigynwm magnum, se habia mostrado cn el cielo, y Maria se habia dignado enviar 4 San Bernardino. una de las estrellas de su corona como prenda de su amor y de su_ protec: cién especial. » Desde esta época vienen las devociones de las doce Avema- rias, de las doce excelencias de Maria, de la Coronilla de la Inma- culada y otras varias de este género, y el origen de todas ellas es el mismo que acabamos de explicar. Varian en la forma 6 en el modo, pero no en el fondo. La Iglesia ha aprobado, recomen. dado é indulgenciado estas devociones, y nosotros, como fieles hijos de ella, debemos secundar sus deseos no dejando de practi. car los primeros sdbados 6 domingos de cada mes en honor de la Inmaculada Concepcién, seguros de experimentar casi una protec. cién visible de 1a Madre de Dios, como la experimento en varias ocasiones su devoto hijo San Bernardino de Sena, quien nunca quiso salir en su devocién a Maria de este circulo de amor que le servia de base y principio teologico: « Toda criatura esta sujeta a Dios pero & la beatisina Virgen estd .sujeta toda crirtura y también Dios.» Fr. ANDRES DE OCERIN JAURKGUI, O. M. La Corona Serafica. E] origen de la Corona Serafica, segun lo refiere el célebre cronista de la Orden Serdfica, Rdo P. Waddingo, es el siguiente: «En el afio 1422 entré en la Orden de N. S. Padre S. -Fran- , cisco un joven devotisimo de Maria Santisima, quien, tenia la cos tumbré, cuando vivia ain en-el siglo, de ofrecer todos los.dias 4 la Virgen Inmaculada una linda corona tejida de las mas bellas-y.. primorosas flores. Viéndose en el noviciado. privado de poder ofrecer este inocente obsequio a su-celestial Reina, determiné abandonar su vocacién y volverse al siglo. Pero antes de poner:en practica su resolucion, quiso primero saludar 4 Aquella de quien siempre habia sido fiel devoto ya quien amaba con filial ternura. Postrado ante su imagen, le dirige una ferviente suplica derra- mando su. corazén- entristecido. delante de la que es Consoladora de afligidos, y le: pide su maternal proteccién antes de partir. Mas esta Madre carifiosa, que estaba complaciéndose en alma tan candida y pura, le consuela y restituye la tranquilidad a su co- razon. «No se contriste tu alma—le: dice Maria,—no se entristezca

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