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141 comunién del Corazon de Jestis, Hijas de Maria 6 de otra cofradia 6 asociacion cualquiera. Y si no pudieren hacer este obsequio a Maria en los sdbados por lo menos que no se_ olviden el primer domingo de cada mes. Soy muy partidario de la comunién diaria. Todas las almas que habitualmente se creen en estado de gracia, por mas que ten- gan sus faltillas é imperfecciones habituales, convendria que comul- gasen todos los dias. Licet tepide accedas, accede fiductaliter, \es diremos con San Buenaventura; por mds que estén frias y tibias, que comulguen con toda confianza, porque los Sacramentos obran con eficacia divina. Y de una manera especial recomendamos 4 es- tas almas la devocién y la propaganda de los doce primeros sdba- dos 6 domingos de cada mes en honor de la Inmaculada Concepcién Su origen —La base y el fundamento de esta hermosa devocién esta, sin duda alguna, tomada de aquel texto del Apocalipsis, ca pitulo XII, versiculo I; Signum magnum apparuit in celo, etc «Una gran sefial aparecié en el cielo: una Mujer vestida del sol y la luaa debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas». Si bien los expositores no estan conformes sobre el sentido literal de este texto, mo hay duda que la Iglesia, sea en sentido literal, alegérico, mistico 6 acomodaticio, aplica estas palabras 4 la Virgen Santisima. Por esto aparacen las pinturas é imagenes de la Madre de Dios rodeadas de los rayos del sol, cen la luna debajo de los pies y con la corona de doce estrellas sobre su cabeza He aqui el fondo de esta devocién, por mas que sus manifestaciones hayan sido y sean miltiples y variadas. Milagro en su confirmaciin —A pesar de que el origen y el fundamento de las doce estrellas y excelencias de Maria sea tan antiguo como el cristianismo, no se extendid en el vulgo esta de vocion hasta que el gran misionero y apdstol de Italia San Bernar- dino de Sena explico prdcticamente la misteriosa visién apocaliptica y la confirmé la Virgen Santisima con el siguiente milagro que aduciremos tal como lo refiere su compafiero y testigo de vista San Juan de Capistrano: «Como no cupiese la multitud de los oyentes en la iglesia, predicaba Bernardino en la plaza de la _ ciudadi de Aquila. Tomoé por tema 6 texto las palabras del Apocalipsis: Una gran seni aparecto en el cielo: una Mujer vestida del sol y la luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de d.ce estrellas Ex- plicaba el fervoroso hijo de San Francisco cémo las doce estrellas designaban las prerrogativas, las gracias, dones, excelencias y mé- ritos de la beatisima Virgen. Era esto entre las nueve y doce de la mafiana. El sol vibraba sus rayos sobre la inmensa multitud, suspensa de los labios del predicador franciscano, cuando de impro- viso aparecié sobre su cabeza una brillantisima estrella, cuyos ra- yos deslumbradores parecian sobrepujar 4 los del sol. El rostro de San Bernardino resplandecia maravillosamente, y sus vestidos tam- bién derramaban su luz sobre el pueblo atento y estupefacto. La mi- lagrosa estrella fué a colocarse frente 4 frente del predicador y glo-
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