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ance taceinew oa sa seigecmpsianas ih ae pa = ppb 110 © el gran esplendor en las sagradas ensefianzas y ardiente celo por la salvacién de las almas de que constantemente dan muestras los religiosisimos alumnos de esta Orden, hasta el extremo de no haber medio mds eficaz para conmover 4 herejes y catdlicos y hacerles volver al buen camino de la santidad y austeridad de vida, prime- ramente. practicada y luego predicada con el ejemplo y la palabra por los miembros de este celebérimo Instituto. Por estas razones, al oir los sermones que, en determinadas solemnidades, se predican en el Palacio Apostdlico, aplaudiamos con todo nuestro corazén la sapientisima determinacién de los Komanos Pontifices, nuestros predecesores que acostumbraban confiar este cargo casi siempre 4 Predicadores de la mencionada Orden. A ella pertene- cieron insignes Oradores 4 quienes nosotros mismos conocimos, mu- chos de los cuales son ahora preclaro ornamento del Orbe catolico. Entre otros varios que desempefiaron este cargo con aplauso y ala- banza suma ademas del Ven. P. Buenaventura Arzobispo de Ferrara a quien antes de ser investido de esta apostolica dignidad, vefamos con sumo placer y aclamabamos siempre, figuran dos predicadores apostolicos honrados con la purpura cardenalicia, los Padres An- selmo Monopoli y Francisco M.4 de Arezzo.» Después de este predmbulo dispone el Soberano Pontifice motu proprio, que en lo sucesivo el cargo de Predcador apostolico sea siempre desempefiado por un Padre de la Orden Capuchina. Honrosi- sima distincién 4 que ésta se ha hecho acreedora por su humildad y merecimientos y que ha sabido agradecer 4 la Silla Apestolica con nuevos servicios y trabajos incesantes por la causa de la Iglesia. Il El Predicador Apostélico predica sus sermones en la llamada sala del trono del Vaticano En lugar del trono se coloca la tribuna sobre una plataforma. Sobre la tribuna se halla un Crucifijo y a un lado la éussola especie de celdilla de madera, adornada con panos rojos de seda, en la cual se sienta el Soberano Pontifice para oir los sermones, sin que le vea el resto del auditorio, acom- pafiado unicamente de dos Prelados, que son el Mayordomo y el Maestro de Camara Los Cardenales ocupan sus asientos formando un cuadrado Entre éste y las paredes de la sala se sientan los Obispos. Prelados, Generales de las Ordenes religiosas, Penitencia- rios apostdlicos y Prelados domésticos, con exclusién de toda otra persona que no tenga licencia especial. Llegado el dia del sermén el Predicadot Apostélico, en com- pafia de un hermano lego es conducido al Vaticano en uno de los carruajes pontificios Al acercarse la hora del sermén un cere moniero Pontificio le acompafia hasta cerca de la «dusse/a» 6 celdilla que ha de ocupar el Pontifice, 4 quien espera alli Al acercarse el Papa, se quita el manto, lo entrega al hermano lego, se arrodilla delante del Sumo Vontifice y le. pide la bendicién. Luego sube 4
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