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99 Si Ta quisieras sacrificios, jcuales No te ofreciera yo! jMas la mentida ofrenda de animales, Y aroma y vino no te agrada, nol jDe un alma atribulada el sacrificio Humilde aprecias mas; De un puro corazén limpio de vicio Mejor la ofrenda, oh Dios, admitiras! jAh! vuelve bondadoso la esperanza : De la paz 4 Sidn, Y celebre con himnos la alabanza Fuerte Jerusalén su redencidén. Sacrificios entonces aceptaras Y holocaustos también, Y yo inmolara reses en tus aras, Rosas quemando en su robusta sién. P. M. El €scapulario d¢ San José. Qué dulce, qué consolador es morir después de haber tenido una constante devocién al Patriarca San José! El, que tuvo la dicha incomparable de. morir .en los brazos de Jesis y de Maria, sabe derramar con abundancia bdlsamo de suavisimo consuelo y esperanza en el corazén de sus devotos en los terribles momentos de la agonia, y defenderlos en las desesperadas acometidas de sus infernales enemigos en aquella hora suprema. [a devocién 4 este Santo Patriarca, lo mismo que la devocién a la Santisima Vir- gen, podemos decir que es una necesidad. El no es un Santo como los demas Santos: sus prerrogativas no tienen igual: aun en esta vida goza de la vista y compafia de Dios: lugarteniente del Eterno Padre para con su Hijo Humanado, y del Espiritu Santo, que le confia el cuidado de su cara Esposa, viene 4 for- 13
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