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4 4 1 Ñ ' Ñ 4 92 Abraham, de ver en espíritu el dia del Señor; ni á todos les fué concedido un conocimiento extenso de las obras del Dios que se habia de humanar, y quizás entre tan- tos Profetas y hombres justos, como hubo en el Antieno Testamento, á ninguno fue manifestada toda la cadena de los hechos portentosos, que tendria: 1lugar desde que el Hijo de Dios bajase al seno de una Vírgen, hasta que subiera al cielo en triunfo y gloria. Para formar el tejido admirable de las profecías, habia escogido el ¿spíritu Santo hombres de distintas épocas y de diversas condi- ciones, revelando á cada uno lo que se dignaba, y anun- ciando por mediode muchos testigos irrefragables el con. junto de las grandezas de la Sabiduría increada, que conversaría con los mortales *. Pero no sucedia así en el alma de María, quien desde que fue criada, tuvo una fe explícita de la Encarnacion del Hijo de Dios, y la vió con una claridad, sin igual en cuantos justos la habian precedido ?: y no solamente la cor 1empló, sino que re- corrió su e pins, de 1s las escenas que empezarian con las pobres pajas | pesebre, el canto de los ángeles, la adoracion de los pastores y magos, y la fuga á E gip- to, continuarian con las abyecciones y humillaciones de una vida pobre y laboriosa, y conc luirán con las conju- raciones de los grandes del mundo y de los perversos, para hacer experiencia en un patíbulo, de si era Hijo de Dios, else por tres años predicaría la verdad. ¡Oh qué amor tan tierno y cariñoso le tiene María! Sabiendo que t Fuerunt alii prophete et justi non cauti, ut visionem Abraham et peritiam apostolorum attingerent. (Div. Thom. in Ca- ten. Ev. in cap. 10, v. 24 Luc. 2 Mysterium Incarnationis ¡illi aliqualiter credebant. (Div. Thom. 2, 2., quest. 2, art. 7. Maria autem ejus habuit fiden Xpressam. (Id. 3 part., q. 30, art. 3.

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