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91 celestial *. Con un magisterio tan divino el entendi- miento de María, que era mas perfecto que el de los ángeles, no podia menos de elevarse á un grado de co- nocimiento de las obras de Dios, superior á cuanto po- demos imaginar, y solo inferior al que tuvo el alma de su divino Hijo. Y fue aquel aumentándose en ella con tanta rapidez, que aun antes de encerrarse en el templo ála edad de tres años, sabia todo lo que habian es- crito los Profetas sobre el Mesías que esperaban, su- perándolos ella á todos en comprender el órden y ar- monía de las mismas profecías, y viendo el conjun- to de los vaticinios que el mismo Dios habia revelado á cada uno de ellos por partes. Y como el Espíritu Santo gobernaba tambien su alma ?, á medida que derramaba en el entendimiento los destellos de su luz, iba infla- mando mas y mas la voluntad en deseos ardientes de que se abreviasen los dias de la venida del Justo, para que Dios fuera glorificado, derrotado el demonio, des- truido el pecado y redimido el género humano. Grande fuera el deseo que tenian aquellos hombres inspirados, de que se dejase ver el Cordero de Dios ?, á quien amaban con toda su alma, siendo sus deseos tan- to mas vehementes y su amor mas ardoroso, cuanto era mas extenso el horizonte de luz, en que el Espíritu San- to los introducia. Amábanlo mucho, á pesar de no verlo sino muy de lejos *: pero no todos tuvieron la dicha de 1 Tune mysterium latebat in corde Patris. (Div. Bern. Serm. 6 Nativ. Dom.) 2 Beata Virgo mentem habuit divinitus gubernatam. (Div. Joann. Damasc. Orat. de Nat. B. Virg.) 3 Multi prophete et reges voluerunt videre, que vos videtis. Luc. cap. 10, v. 24. 3 A longe eas aspicientes, et salutantes. (Hebr. cap. 11,v. 13.)

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