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88 decir hasta dónde llegó la union, siempre mas estrecha, 1? Cada mo- n de María con su Esposo divi sia en Ma grado de ciencia producia en su voluntad un nuevo del Coraz ía el conocimiento de Dios, y este mento cr grado de amor, cuya extension solo puede medir aque que la iba preparando, para que fuese digna Hija suya, ne Madre y Esposa *. Así, abrasada toda en estas llamas de amor, apenas se lo permite su tierna edad, huye mo candidísima paloma del bullicio de las criaturas, y ya á escunderse en lo mas oculto del t »mplo, renun- ciando á los inocentes cariños de sus santos progenito- res, para ofrecerse al Señor. No espera á oir las lecciones hc cocoa externas de la Sabiduría increada, que se ha de encarnar 2n sus entrañas; pues antes que oigan los hombres los preceptos sobre el modo mas perfecto con que deben amar á Dios, María lo pone en práctica. ¿Y cómo lo eje- cuta? Dando á su Esposo divino su alma y sus poten- ? 1] ] Ec cias, su cuerpo y sus sentidos, su Corazon y sus afec- tos, disponiéndose de este modo á ser digna de aquella union, solo inferior á la que tienen la naturaleza divina y la humana en la persona del Verbo humanado, y su- perior á cuanto pueden concebir los mas sublimes en- tendimientos angélicos ?. ¡Ah! No nos es dado tampoco á nosotros poder com- prender, hasta dónde llegó la intimidad del Corazon de María para con Dios. Pero ya que sabemos que esta Vír- Alicia gen sagrada, conoció, amó y adoró á Dios en el primer momento de su existencia, y le dió gracias por haberla £. Quis Marie immensitatem dimensus est, nisi ille solus, quí eam operatus est? (Div. Bonaventur. in Specul. Virgin. cap. 4. 2 PBeatissima Virgo magis Deo conjungi, nisi fieret Deus, non posset. (B. Albert. Magn. in Marial. p. 3.)

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