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AFECTOS. Dios de bondad ¡qué alegría tan grande es para los pecadores el pensar que, por mas que hayan sido sus corazones receptáculos inmundos de los vicios, pueden volverse con vuestra gracia templo y habitacion de vuestra gloria infinita! ¡Qué consuelo el saber, que para conseguir esta dicha, no tienen mas que humillarse ante vuestra Majestad, y suplicaros que les perdoneis por los méritos de vuestro Hijo! ¡Qué satisfaccion el es- tar ciertos de que han de ser oidas sus oraciones, con tal que llamen á la puerta de aquel corazon, que fué templo del Padre, alcázar del Hijo y sagrario del Espí- ritu Santo, por haber ardido siempre en él el fuego pu- rísimo de la caridad, y haberlo ocupado todo entero el incienso de la oracion, y el suave olor de todas las vir- tudes. Acudiré yo sin cesar á este templo, y me refu- giaré en él de las persecuciones del mundo, del demonio y de la carne, para ser salvo, y librarme de las justas iras del juez en el dia de la cuenta. Oraciones y demás como el primer dia.
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