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49 colmaron de bendiciones y alabanzas, diciendo que no alcanzan sus fuerzas á comprender tan inmensa exten- sion de gloria y hermosura, ni encuentran bastantes conceptos para esplicarla !. Ni es de estrañar que toda la congregacion de los justos haya confesado su impotencia para alabar dig- namente á María: porque en el primer instante de su aparicion, ya se levantó arrojando las tinieblas del er- ror, y dando animacion y alegría al mundo como una aurora brillante: al poco descendió sobre ella la virtud del Altísimo, y concibió, y engendró y dió luz al Hijo de Dios conservando intacta su virginidad, dejándose ver mas hermosa que la luna, y recibiendo con toda pleni- tud la luz del Sol de justicia, á quien ella vestía del velo de la carne, siendo en pago vestida por él de la gloria de su majestad *?. Y si bien, mientras esta gloria de la maternidad divina estuvo oculta bajo el sombrío velo de esta vida, pasó entre los hombres sin gloria, siendo conforme en todo á su Hijo; mas tan pronto como fué sublimada al trono de gloria al lado de su Hijo en el cielo, la tierra toda quedó estática sin poder mirar ya á la escogida como el sol, porque los resplandores que la rodean, deslumbran á los débiles mortales. La alaba- ron sí, y la encomiaron *, aclamándola bienaventurada: fueron examinando una por una sus bellezas *, y no pudiendo describir sino una parte, esclamaron diciendo, que era la mas bella y graciosa de todas las criaturas, 4 Sancta et immaculata virginitas, quibus te laudibus effe- ram, nescio. (Ecclesia Sta. in Off. B. V. Marie. 2 Div. Bernard., Serm. de 12 Stellis. 3 Viderunt eam filim, et beatissimam preedicaveruni. (Cantic. Canticor., cap. 6, v. 8.) 4 Cantic. Canticor., cap. 7, v. 1, 2, 3, 4 y 5. . í
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