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30 á estrellar su ominosa cerviz: no existia aún, y ya exci- taba los deseos del Verbo divino, que la llamaba, dicién- dola que se levantase, se apresurase y viniese, pues era la amiga, la paloma, la inmaculada y la hermosa, en cuyo corazon, como en su propio santuario, vivirian el Padre y el Espíritu Santo, habiendo derramado sobre él el óleo del amor y de la misericordia desde toda la eter- nidad, y habiéndolo vestido de cuantas joyas de virtud eran necesarias para entrar en esta amistad inefable !. ¿Quién no ve la diferencia que hay entre María, y todas las demás criaturas racionales? Dios conservará á estas para siempre, séanle ellas gratas por sus buenas obras, ó dignas de su indignacion por sus pecados, porque las ha criado á todas pará su gloria: mas para María, hay una ley especial que decreta su inmortalidad, porque su Corazon ha de ser el paraiso de delicias del Padre, el patrimonio eterno de la Sabiduría infinita, y la herencia amorosa del Espíritu consolador. Grande é inefable es la suerte que cupo á María: pe- ro no nos contentemos con examinarla, sin dar una ojeada á la que nosotros hemos tenido: porque es ver- dad que Dios amó á la Vírgen sobre todo lo criado 2, y que las perfecciones que Dios la dió, hacen de ella un mundo aparte, criado especialmente para habitacion del 1 Deliciabatur (Deus) cum ista ancilla Domini, miraculo cunctorum filiorum vel filiarum hominum: igitur hec verba, Surge, propera, amica mea, dilecti loquentis sic accipite, quasi verba desiderantis, tanquam festinantis et optantis jam adesse materiam tante salutis. (Rupertus Tuitiensis, int. Homilias prestantissimas Ecclesis catholicw Doctor. Y Mariam adamavit Deus super omnes mundi creaturas. (Div. Bernardin., tom. 1, art. 3.

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