BCCPAM000524-1-33000000000000

la gloria de la sabiduría infinita con que las criaria, para darlas en patrimonio á su propio Hijo: mas de todos los séres posibles y futuros uno hubo, que era la delicia de la Divinidad, y cuya existencia fué decretada para que Dios mismo encontrase en su posesion tantas delicias, como el Rey poderoso tiene en el alcázar, que con pro- usion y arte ha fabricado para su recreo. Era esta criatura la excelsa Vírgen María, en cuya contemplacion se extasiaba el Altísimo, cuando no ha- bia ángeles que le entonasen himnos, ni astros que can- tasen sus glorias, ni cielo que le sirviese de trono, ni tierra que fuera el escabel de sus piés *. Habíala elegido desde entonces el Señor para que fuese su patrimonio divino, determinando darla en su origen una pureza no desemejante á la que es esencial á la Sabiduría increa- da, unida á la cual, podria decir esta nobilísima hija predilecta del Criador, que Dios la poseyó en el principio de sus caminos, antes que criase cosa alguna, porque habia sido destinada al principado desde la eternidad *. ¡Oh ex- celencia y dignidad incomprensibles, por las cuales com- pete á María por gracia y donacion cuanto ensalza al Hijo de Dios en su naturaleza humana sobre los ángeles y los hombres. Tenia en aquel todas sus complacencias el Padre, y por él y para él ostentó su poder criando de la nada todas las cosas, visibles é invisibles, que son como el patrimonio, que le dió en cumplimiento de aquellas dulcísimas palabras, con que lo llamaba eter- namente Hijo suyo salido de sus entrañas *, haciéndolo dueño absoluto de la redondez de la tierra y de las na- ciones y pueblos que la ocupan *. Mas este Hijo, que algun dia Habia de venir al mundo en figura visible, como 1 Proverb. cap. 8, v. 25. 2 Ibid. cap. 8, v. 22 y 23. 3 Psal. 109, v. 3. 4 Psal. 2, v. 7 y 8.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz