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291 Eres Reina del cielo, y sus santos moradores, Postrados hasta el suelo, te rinden mil honores. Y la Iglesia Santa, que en la tierra mora, Dulces himnos te canta, y te llama Protectora. Un solo elogio le basta, y nunca tendrá dos: Eres Virgen, te dice, Virgen y Madre de Dios. Eres Madre de Jesus, y mujer la mas dichosa. Dulce, santa, benigna, compasiva y piadosa. Tú mandas al ángel, como á tu criado, Tú eres puerta del cielo para el desterrado. Eres escala que lleva á la celestial ciudad; Eres bálsamo divino, arca de gracia y de piedad. Eres manantial perenne de paz y misericordia, Porque eres Hija y Madre del Rey de la gloria. Tú aplacas al Señor, cuando está eno ado, Tierna Madre del hombre, á quien has salvado. Tú das tu mano al pobre, y al que está en agonia; En ti encuentra piedad, quien en ti confia. Eres Señora del mundo, y mandas en el cielo; Despues de Dios, solo en ti está nuestro consuelo. Salud das al enfermo, al náufrago reparo, Alivio al miserable, al que peligra tu amparo. Tú, para salvar al hombre pecador, Te dignaste ser la Madre de su Redentor. Al Leviatan del Averno venciste con tu valor, Y llevas al reino eterno, al fiel que te tiene amor. Sentada estás á la diestra de tu Hijo bien amado, Cerca del trono del Padre, que lo ha ensalzado. Pídele que nos absuelva, Madre clemente y pia, Antes que con gloria vuelva á juzgarnos algun dia. Socorre, Reina gloriosa, á tus siervos desvalidos, Que con la sangre de tu Hijo fueron redimidos. Haz de tal manera, Virgen amable y pia, Que en la gloria de los Santos te hagamos compañía.

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