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285 con la cual detestemos los deseos de aparecer grandes á los ojos del mundo, reprimamos el apetito desordena- do del lujo en el vestir, y del empeño vano en aparen- tar una hermosura falaz, y abominemos las pompas carnales, no suspirando mas que por pasar una vida santa y retirada, y escondida en Cristo en la tierra, y triunfar despues con él en el cielo. Así sea. Las tres Ave Marías, y la jaculatoria. ORACION QUINTA. O dulcísima y amabilísima Virgen María, que desde el momento en que consentistes en cooperar á nuestra redención, concibiendo en tu seno castísimo al Hijo de Dios, te condenastes á los rigores de un martirio pro- tongado, y á las amarguras y angustias mas crueles que han sobrevenido á ninguna madre, habiéndote ofrecido toda entera en sacrificio de abnegacion, para que nos- otros nos viéramos libres de la esclavitud del pecado, y entráramos en la adopcion de hijos de Dios con los mé- ritos infinitos de la sangre de tu amado Hijo Jesus; al- cánzanos de este la gracia, para reprimir con la morti- ficacion y penitencia la lascivia de la carne, y humillar en la oracion el orgullo del espíritu; y al mismo tiempo acepta con Corazon benigno las alabanzas y bendiciones que te tributamos en agradecimiento á tantos favores como nos has hecho; y asístenos con nuevos auxilios cada dia, para que ensalcemos sin cesar las virtudes de tu Corazon inmaculado, y consigamos la vida inmortal, que tu Hijo tiene preparada para los que te aman, en el cielo. Así sea. Las tres Ave Marías y la jaculatoria, concluyendo con las Letanías al Inmaculado Corazon de María, pág. 276.

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