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267 plenitud de todo don con venir á ella el Hijo de Dios, fué preciso que tuviese una humildad y una pureza, que la hiciese conforme en las virtudes al H ijo que en- gendraba , tambien es necesario que nosotros seamos humildes de sentimientos, y puros y castos en nuestras obras, pues sin esta condicion no vendrá á nuestros eo- razones el espíritu de Dios; y si estuviere ya en nos- otros, se ausentará tan pronto como demos entrada á la soberbia mundana, ó nos entreguemos á obras carnales. Prometamos al Señor imitar á su Santísima Madre, pues de lo contrario, en vano la darenros este nombre, que de nada nos sirve, si no queremos imitar sus huellas *. Despues de la meditación se dirá la siguiente ORACION. O sapientísimo y benignísimo Señor, que escudri- ñais los pensamientos mas escondidos de los corazones, y al examinar, uno por uno, cuantos ha habido entre las criaturas racionales, no hallásteis otro que fuese digno de daros su vida y animacion, cuando os dignás- teis haceros hombre, sino el de la Virgen María, cuyos sentimientos de humildad os enamoraron, atrayéndoos á su casto seno, y cuya virginal pureza hizo que descen- diera sobre ella el Espíritu Santo, para obrar el misterio de la Encarnacion: no aparteis vuestras miradas com- pasivas de los nuestros, á fin de que huya de ellos todo pensamiento de orgullo y altivez, y todo afecto á las cosas de la tierra, y ayudados de vuestra gracia, ardan cada vez mas en las llamas de vuestro amor divino. 1 Quid nobis prodest Mariam interpellare vocibus, nisi etiam humilitatis ejus exempla teneamus? (Div. Aug. Serm. 2. de Assumpt. B. V.;

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