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265 fiel al juramento, que ha hecho al Altísimo de ser siem- pre virgen: y justamente podemos decir que, con solo este acto de virtud, elevó la Virgen.su amor á la pureza á grado tan sublime, que se convirtió el candor de su Corazon en una semejanza del candor de la luz eterna *, así como su humildad se habia identificado con la del Hijo que engendraba. Tales eran los sentimientos del Gorazon de María, cuando Dios trataba con ella por medio de su enviado el negocio, que tenia pendientes de los lábios de esta Virgen, álos ángeles y los hombres, y. de cuya ejecucion se originaria un cúmulo inmenso de gloria para Dios, y para la misma Virgen. María no respira sino amor de Dios, inocencia y pureza: no tiene otro pensamiento re- flejo sobre sí misma sino el de su nada; pues cuando el ángel la ilustra con toda claridad en el inefable miste- rio de su elevacion al desposorio con el Espíritu Santo, y de su fecundidad divina unida á la virginidad perpé- tua, ella no se ve á sí misma en aquel trono de gloria y majestad, que la compete al lado de su Hijo: mas desde esa cumbre en que el ángel la coloca, desciende atrave- sando todos los coros angélicos, y todas las gerarquías humanas, hasta que llega al abismo mas ínfimo, á don- de ha podido tocar una pura criatura; y la que era Ma- dre de Dios, no acertó á darse otro nombre sino el de esclava del Señor ?. Al contemplar estos sentimientos del Corazon de María, no podemos menos de avergonzarnos nosotros, que recibiendo de Dios favores semejantes , no tenemos ninguno que se les asemeje. Dios, al santificarnos con 1 Singularis Marie puritas in candorem lucis wterne* con- versa est. (Div. Petr. Dam. Serm. 4.) 2 Luc. cap. 1. v. 38. AA AP y ' Ñ A

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