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20 de lo infinito, llegando al solio mismo de la Divinidad !. ¡O alteza y sublimidad incomprensible del amor de Ma- ría! No es infinito por esencia y naturaleza, por ser amor de una pura criatura: y sin embargo no hay po- tencia criada que lo abarque, porque no cabe sino den- tro de Dios, que quiso encerrar su inmensidad en el seno purísimo de María ?. Debe esta consideracion producir en nosotros una profunda veneracion al Corazon de María, mirándolo con aquel respeto, con que los serafines miraban la arca santa que encerraba la virtud del Altísimo. ¿A quién no llena de un santo asombro la fuerza de atrac- cion que ha tenido este Corazon? A pesar de la distan- cia infinita que media entre Dios y la criatura, fué tan- to lo. que María amó al Criador, y creció tan portentosa- mente la hermosura de su alma, que enamoró á la Sa- biduría infinita, y casi la extasió al contemplarla, obli- gando al que es hermoso por esencia á bajar á su seno castísimo, y. 4 hacerse en él hermano nuestro ?. Pero junto con esta veneracion que hemos de profe- sar á este Corazon que es el santuario de Dios, debemos estudiar una leccion que importa mucho á la salvacion de nuestras almas. Dios desde la eternidad predestinó 1 Meritorum verticem super omnes Angelorum Choros us- que ad solium Deitatis evexit. Div. Gregor. Magn., in Reg. lib. 1, cap. 1.) 2 Mira res, in qua sublimi contemplor Mariam locatam. Nihil est equale Marie: nihil, nisi Deus, majus Maria. (Dio. Anselm. Or. 2.* ad S. Virgin.) 3 Cujus anime pulchritudo eo immensitatis excrevit, ut Christum ipsum, qui summa pulchritudo est, in sui desiderium attraxerit, effeceritque, ut secundam ex ea sine patre generatio- nem elegerit. (Dio. Germanus, orat. id Deipar. Nativit.)

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