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226 su seno todo el cuerpo místico de la Iglesia, mien- tras llevó al que es su cabeza !. MÁXIMAS. Así como nadie disfruta del beneficio de la vida del cuerpo, sin que se lo deba á su madre natural; así nadie vive con la vida de la gracia , sin que haya sido engen- firado á ella por una madre en el orden sobrenatural. El mismo Jesus, poco antes de morir, dijo á su discípulo amado, que esta madre de la gracia era su propia Madre. El que quiera tener por madre á María, es preciso que esté junto á la cruz: alli oirá decir: ¡He ahí á tu Madre! * AFECTOS. O Corazon dulcísimo de la Madre de Dios y nuestra: los ciudadanos del cielo y los moradores de la tierra, los que nos precedieron, los que son, y los que serán, tienen fijas en ti sus miradas, y se dirigen á ti como á la causa de todas las cosas, como al negocio de todos los siglos, como al arca de Dios: aquellos tienen en ti su gozo, y estos su esperanza. Por eso te llaman todos bienaventu- rada, ó Madre de Dios, Reina del cielo, Señora del mun- do; pues en ti hallan los ángeles alegría , los justos gra- cia, y los pecadores perdon para siempre. Con razon te miran todos, porque Dios ha reformado en ti lo que crió al principio. Dios te salve, pues, ó Corazon bendito, que tanto has agradado á Dios por la humildad, á los ánge- ¡x—P-_ n—nuo——z 1. Dignissima Virgo singulariter totum mysticum corpus cum vero Christi corpore suo portavit in utero. (B. Dyonis. Carthus. lib. 4. de Laud. Virg. 2 Joan. cap. 19. v. 27.
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