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201 porque del conocimiento del sér divino y de sus exce- lencias infinitas, unido á la caridad, y apreciado digna- mente, nace la devocion pura, ardiente, sincera y he- róica *. Una alma devota no teme perder todas las cosas del mundo; porque las tiene por basura, no afligiéndole otro temor sino el de perder á Dios, á quien aprecia mas que á este mundo, y á mil mas que hubiera. Y para que Aprendamos en el Gorazon de María , que amaba á Dios con mas intensidad que los serafines, hasta qué grado ha de llegar el aprecio del bien sumo , no tenemos mas que verlo en aquellos tres dias, en que perdió á su Hijo teniendo doce años, pues entonces fué cuando brilló á todas luces el heroismo de su devocion. ¡Qué manto tan negro cubrió su Corazon! ¡Qué angustias padeció su alma inmaculada! ¡Qué lágrimas tan amargas derrama- ron sus ojos! No fué tan vehemente el dolor que tuvo al vérlo morir, como el que padeció al verse sin él tres dias: porque cuando moria en la cruz, sabia que era por voluntad de su Padre; más, cuando lo perdió, imaginá- base la Madre impecable, que habia sido negligente en cuidar de su Hijo, y era este pensamiento para su Corazon, mas cruel que el acero de mil espadas que lo traspasaran ?; porque el alma enamorada de la santidad infinita, mas se duele de que Dios sea ofendido, ni aun ligeramente, que de verse ella misma privada de los consuelos de su presencia. Sin embargo, ¿cuán lejos es- taba María de haber padecido, ni aun el mas leve des- cuido? Pero queria Dios dárnosla como modelo de soli- t Intelligentiam comitatur charitas, et agnitionem devotio. Div. Bernard. Serm. 4."in Dom 1.* Novem.) 2 Tune ipsa dolore concusa lacrymis dixit: video quod non bene Filium meum custodivi. (Div. Bonaventur. cap. 16. de Medit. Vit. Christ.) e d
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