BCCPAM000524-1-33000000000000
200 para que este vaya á dar su vida por los pecadores. Porque el corazon verdaderamente devoto , así como no busca su propia satisfaccion en la práctica de la piedad, así tambien renuncia con prontitud y alegría á los go- ces mas soberanos, cuando lo exigen así la gloria de Dios y la salyacion de las almas. ¿Quién puede gozar en este mundo del bien sumo, de que gozó Maria? Eran indecibles el gozo y alegría de su Corazon, cuando veia á su Hijo comer á su mesa, vivir con ella y enseñarla con dulce afecto: el martirio mas cruel, que podia so- breyenirla, era el yerse separada del que era su consue- lo, y su deseo, y en quien veia al Dios y al Hijo, á quien adoraba y amaba; sin embargo, cuando llega el cruel momento, en que su Hijo se despide de ella para ir á morir por los hombres, María no vacila en hacer el sa- crificio generoso , poniendo en las aras de la caridad to- dos los consuelos de su Corazon, ¡Ah! La devocion de María tiende á agradar á Dios omnímodamente, y á sa- crificarse por él y por el bien de los hombres, diferen- ciándose en un todo de la de aquellos, que en el ejerci- cio de las virtudes mas bien se buscan á sí mismos, que á Jesucristo. Son ciertamente muchos los que se precian de ser devotos; pero, si el Señor levanta un poco su mano en los consuelos espirituales, se desaniman en el servicio divino, no queriendo andar sino entre flores: y si aque- llos abundan, se entregan al ócio, como aquella alma, á cuyo corazon llamaba el Señor, y ella le respondia que se encontraba en reposo , y no le parecia bien el moles- | ! | | A e 5 tarse á aquella hora, en que él la buscaba *. ¡Ah! Uno y otro de estos dos extremos dependen de no tener el co- razon el debido aprecio del bien infinito que es Dios; 1 Cant. cap. 5. v. 3.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz