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197 únicas, tan pronto como se fija la atencion en ellas. Son estas columnas la fé y las buenas obras; y como al fun- dar este alcázar para sí, quería Dios darlo como tipo y ejemplar, á cuantos tuviesen la felicidad de entrar por la gracia en la amistad divina, decretó que ademas de ser preciosísimas estas columnas, fueran tambien de perfectísima igualdad en su hermosura *; porque María fué predestinada no solo á ser la maestra de la fe para todos los creyentes, sino tambien de la verdadera devo- cion del alma. Y consistiendo esta en el ejercicio nunca interrumpido de todas las virtudes con el fin de vivir unido cón Dios en caridad, buscando en todo su gloria y en nada nuestra satisfaccion, de ahí es, que no pode- mos contemplar la incomparable belleza de una de las virtudes del Corazon de María, sin advertir al instante que junto con ella existen las demás; de tal manera, que por una parte, se llena nuestro entendimiento de asombro, al considerar la omnipotencia de Dios en en- riquecerla, y el anhelo ardiente , con que María trabajó para elevarse siempre mas y mas en la via de la union con su Criador, y por otra, arde nuestra voluntad en de- seos de amar á un Dios tan bueno, y de imitar á la que él mismo se ha dignado darnos como modelo acabado de toda virtud. Verdaderamente sería una temeridad el pretender medir la extension de la devocion interna del Corazon de María, hallándose esta Señora rodeada de un manto, que deslumbra la vista de los mortales *; pero sus ac- 1 Sapientia edificavit sibi domum, id est Matrem, el ipsam dignum sibi habitaculum fide et operibus preparavit. (Div. Bern. Serm. 52. in divers.) 2 Ea est, que velut alterum solem induit sibi. (Div. Bern. de Verb. Apoc. cap. 12.) *

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