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16 nes que habíamos perdido por el pecado. Y ya que para preparar á esta nobilísima Vírgen á tan gran obra, yá fin de que fuese digna Hija vuestra, Madre de vuestro propio Hijo, y esposa del Espíritu Santo, enriquecis tes su corazon con los dones y gracias que convenian á tan sublime dignidad, haciéndolo semejante al de vuestro Hijo humanado, dignaos concedernos las luces y los auxilios necesarios para conocer las altísimas virtudes que encierra, y abrasarnos en los incendios de caridad divina que lo inflamaron á él desde el primer instante de su animacion, para que, copiando en nosotros sus virtudes,merezcamos ser participantes tambien algun dia de sus gozos inefables en el cielo. Así sea. MEDITACION. e El Corazon de María predestinado al amor de Dios. La gran dignidad de María, por la cual supera en sublimidad á cuanto hay fuera de Dios, es el haber en- gendrado un Hijo, que siendo el Unigénito del Padre y de su misma sustancia, es tambien su Hijo único 1: por- que el mismo que es engendrado eternamente por él en los resplandores de su santidad infinita, y es en unidad de esencia, Dios de Dios, y Luz de Luz, fué tambien concebido y engendrado en el tiempo en las purísimas entrañas de esta Vírgen por obra y virtud del Espíritu 1 Tpsa est Virginis nostre gloria singularis, et excellens pre- rogativa, quod Filium suum, eumdemque cum Patre meruit ha- bere communem. (Dio. Bernardus., Serm. 2 de Annuntiat.)

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