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170 medio de los honores, las cuales se salvarian, si conser. yasen en la prosperidad aquella humildad y abnegacion, que tenian en los dias, en que las acometian las tribu- laciones! María es sublimada en un momento á la dig. nidad de Madre de Dios: y viéndose precisada á hablar de su persona, no se da otra calificacion sino la de ser esclava del Señor. Despues de esta elevacion de la Vír- gen, la sobrevienen , uno tras otro, momentos de honra y alabanza inconcebibles, y en ninguno de ellos abre sus labios, sino es cuando una alma inspirada la engran dece; y entonces, solo lo hace para dar gloria al Señor, y repetir siempre que ella no es mas que una ínfima es- clava *, Ve postrados á los pies de su Hijo á los pasto- res sencillos y á los reyes del Oriente: ve que en el tem- plo le prodigan las almas justas cánticos y encomios , y ella no despliega sus labios; pero seguramente , dentro de su Corazon repetia siempre las mismas palabras, lla- mándose sin cesar la esclava del Señor. Tan desprendido de sí mismo se muestra el Corazon de María en estos lances, como en aquellos en que el dolor y la amargura lo acometen en todas direcciones, pues está entregado todo en manos del Señor, y sabe que él es quien forma la luz y cria las tinieblas, quien da la paz y permite los males *. Muéstrase pacífica, pru- dente y silenciosa, cuando advierte que su casto esposo tiene su corazon turbado, por ignorar el orígen de su gra- videz; humilde y sumisa, se refugia en un portal des- abrigado, para guarecerse de las inclemencias del tiem- po: tranquila y modesta, sube sobre una jumenta, para huir á paises extraños, y estar en ellos el tiempo que Dios determine; y conforme y alegre, pasa su vida entre gentes incullas, viviendo en casa pobre , alimentándose - 1 Luc. cap. 1. v. 48. 2 Isai. cap. 45. v. 7.

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