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11 tos, y la esperanza de mi salvacion *.» «Tú eres nues- tra proteccion, la decia uno de nuestros mas gloriosos Obispos, tú nuestro único refugio, nuestro remedio, nuestro asilo, y socorro. Gomo corren los polluelos á es- conderse bajo las alas de la gallina, cuando vuelan sobre ellos los milanos, así nos escondemos nosotros bajo la proteccion de tus alas: pues no sabemos mas refugio que tu persona ?.» Esta es la doctrina de la Iglesia, la cual nos viene desde los Apóstoles, y nos la han trasmitido en toda su integridad los Santos Padres: y era tan grande la es- peranza que á estos inspiraba el tierno y maternal Co- razon de María, que San Bernardo dice estas palabras: «¡Ah, Señora beatísima! si alguno hay que te invocó, y no lo oiste, calle tus misericordias. Porque nosotros Lus siervos nos congratulamos contigo, cuando conside- ramos las otras virtudes: mas cuando pensamos en tus misericordias, nos damos el parabien á nosotros. Ala- bamos tu virginidad, encomiamos tu humildad: pero tu misericordia es dulcísima para los miserables, y la abra- zamos con mas ahinco, la recordamos mil veces, y la invocamos muy á menudo, porque es esta la que obtu- vo la reparacion del mundo, y nos alcanzó la salud ?.» «¿Quién, añade el mismo, ó Virgen María, podrá inves- i Tn Encom. Deipar. 2 Div. Thom. á Villanoy. Conc. 3 de Nat. Virg. 3 Hom. V. sup. Missus est.
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