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127 y la vida, el ser fiel á los documentos del Espíritu divi- no? ¡Ah! Sabia María, que el Señor conduce las cosas á su fin con fuerza y suavidad: y resignada enteramente á él, era tanta su alegría en los sucesos prósperos como en los adversos, y no se turbaba ni alteraba en estos, ni se excedia en aquellos. Con esta resignacion irá á Belén á parir en un establo, porque no hay lugar para ella en las posadas, se refugiará en Egipto, porque buscan á su Hijo los verdugos, y lo dejará partir de su lado, cuando vaya á sacrificarse por el mundo. Aprendamos nosotros del Corazon de María, cómo hemos de gobernar el nuestro. Cuando tenemos certeza de haber hecho obras buenas, y nos sobreviene alguna desgracia, decimos en nuestro dolor, que Dios no nos ama, que no es justo con nosotros, pues nos aflige, siendo así que no lo merecemos. ¡Ah! No es esto lo que enseña la fe; pues, siendo esta vida un soplo, Dios da á los que ama, reprensiones y correcciones; y les envia trabajos, dolores y cruz, para que en la otra, que no tiene fin, reciban una corona inmortal '. Digamos, pues, al Señor que nos envie trabajos, pues él nos dará la gracia para soportarlos con una resignacion humilde y silenciosa. MÁXIMAS. Para hacer debidamente la voluntad de Dios, no basta conformarse con ella en las cosas prósperas, sino tambien en las adversas. Su voluntad es, que seamos humildes en el trato, estables en la fe, recatados en las palabras, justos en las acciones, misericordiosos en las 1 Apoe. cap. 3, v. 10.
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