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8 nos inspiraban temor, y apenas nos atrevimos á empezar á tratar sobre los afectos virginales y divinos que encier- ra. Pero por una parte, vimos que el Santo Doctor últi- mamente citado concluye diciendo, que «si nadie puede tratar dignamente estas alabanzas, lo debe hacer cada »uno segun sus fuerzas *:» y por otra, sabemos que la Vir- gen es Madre de los pecadores, y hemos comprendido que es muy justo, que el mayor de todos la alabe y la bendiga, para que todos los demás se animen á venir al Corazon dulcísimo de esta Señora, sabiendo que toda ella no respira sino amor y ternura á los pecadores que la inyocan. Como nuestro intento ha sido consagrar un mes á la contemplacion de las excelencias, virtudes, sentimien- los, y afectos del Corazon mas santo que hay despues del de Jesus, para excitar en los nuestros un amor gran- de y acendrado á nuestra Madre Santísima, un vivo de- seo de imitarla á fin de no desmentir con nuestras obras que somos hijos suyos, y una devocion sincera, que con- sista principalmente en imitarla en las virtudes, y sobre todo en la humildad y pureza, y para que tengamos en ella toda la confianza que un hijo natural profesa á la madre que lo engendró, hemos empezado á considerar las grandezas del Corazon de la Vírgen en su predesti- nacion á amar á Dios como Madre, siendo como es esta predestinación el fundamento y el remate de todas sus t Tbid.
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