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115 se perpetuase una descendencia, de la cual podria salir el Libertador de Israel. ¡Qué lágrimas tan amargas no derramaban en el sagrado tabernáculo las mugeres infe- cundas! ¡Qué votos y promesas no hacian, ofreciendo consagrar á su servicio el fruto de su vientre! Era mas ardiente este deseo en aquellas familias que pertenecian á la del Profeta Rey, pues Dios le habia jurado que de su sangre habia de nacer el que habia de sentarse en su trono *, y tener un imperio mas duradero que los dias del cielo *. ¿Cómo podia ofrecer á Dios su virginidad en holocausto perpétuo una hija de David, cuando se ex- ponia á no ser madre del Rey del cielo, ante quien se habian de postrarlos potentados de la tierra, á quien se habian de ofrecer los mas ricos tesoros del orbe, como á conquistador del mundo? ¡Ah! Guando María era una niña, no habia en la Judea un corazon de muger, que no formase proyectos sobre una grandeza posible, y cuyo cumplimiento casi todas sabian que se acercaba. Entre tanto la única muger, que sea verdaderamente hija de los reyes de Judá, por descender en línea recta de David, y que tenga derecho á la herencia prometida á este monarca, es María: y es ella precisamente la única que no piensa en grandezas humanas; y lejos de pretender los honores de esa maternidad tan suspirada, quiere ser vírgen en el alma, vírgen en el cuerpo, y vírgen en todas sus aspiraciones. Ligada como está por la sangre á su padre David, desea que llegue el dia de las glorias, que le ha de proporcionar ese Hijo suyo 1 Juravit Dominus David veritatem, et non frustrabitur eam: de fructu ventris tui ponam super sedem tuam. (Psalm. 131. v. 12.) 2 Et ponam in seculum seculi semen ejus; et thronum ejus sicut dies coli. (Psalm. 88. v. 30.
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