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j 'n ' ! Es ' Ñ 4 mo y 112 MÁXIMAS. En mas estimacion se suele tener un objeto de valor que se posée, despues de haberlo perdido y recuperado, que el que se guarda sin que haya causado al corazon ningun desvelo. Así aquella mujer que, poseyendo diez dracmas, perdió una, no sabia cómo expresar su gozo. despues de haberla hallado *. ¿Cuánto no será el amor que Dios tiene al pobre pecador, perdido por la culpa, y hallado de nuevo por la misericordia divina? AFECTOS. ¡O Corazon generoso de María: es mi alma una drac- ma preciosa, en que está impresa la imágen del Rey de los siglos, y hallándome perdida, revolvió este Señor todo el universo, hasta que me halló. Me encontró entre el estiércol de los vicios y las inmundicias de las pa- siones, y me sacó de ese impuro lodazal, lavándome en su propia sangre, para colocarme como á preciosa margarita en el tesoro de la gloria. Pero no anduvo solo en esta obra de piedad ese Rey «clemente: pues tú le acompañaste en su camino, doliéndote con él, sufriendo por mi amor, y padeciendo angustias y trabajos, hasta que me hallaste. ¡Ah! ¿Quién no amará á quien tanto ama? ¿Quién no será agradecido á quien tanto debe? ¡0 Corazon amable! Desde que consentiste en ser el prin- cipio de vida del Corazon de Jesus, yo te debo todo lo que soy en el órden de la gracia, pues sin ti nunca hu- biera sido santificado. Yo creo firmemente que me amas, ó Corazon maternal de María, y espero que por f Luc. cap. 15, v. 9.
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