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111 omnipotencia amorosa de Dios es la conversion del pecador *. Otro tanto podemos decir de María Madre de Dios, guardando la debida proporcion; pues despues de Dios, no hay quien conozca la malicia del pecado con tanta perfeccion, como su Madre: ni quien lo deteste con mayor intensidad, ya porque ofende la santidad infinita, ya porque fué la causa de la muerte y pasion de su Hijo: mas como ella cooperó tan activamente, á que su Hijo venciese al demonio y aboliese la culpa, á ninguno despues de Dios resulta tanta gloria, como á ella, en la conversion de un pecador; porque es un nuevo triunfo que alcanza del enemigo, un nuevo despojo que le ar- ranca, un nuevo hijo adoptivo que adquiere, y un nue- yo gozo, que proporciona al Paraiso. No tardemos por tanto en dar á Dios esta gloria, y en proporcionar al Corazon de María esta alegría, y muy pronto experimentaremos en nosotros mismos, cuánta sea su benevolencia hácia los que la invocan. como á la madre compasiva, en quien van á la par el amor y el poder para salvar á sus hijos: y tambien comprendere- mos, que María es toda dulce, toda serena, toda suave, toda benigna, no solo para los perfectos y justos, sino para los pecadores, y aun para los que están próximos caer en la desesperacion, á quienes socorre, con tal que la invoquen, y les auxilia al momento, recibiéndolos, fa- yoreciéndolos y reconciliándolos con el tremendo Juez ?. 1 Confiteor tibi, Domine, dedecora mea in laude tua. (Div. August. lib. 4. Conf. cap. 1.) 2 Tota mihi, tota serena, tota suávis, tota benigna est, non solum justis ac perfectis, verum etiam peccatoribus et despera- tis, quos, ut ad se ex corde clamare conspexerit, statim adjuvat, suscipit, fovet, et metuendo judici materna fiducia reconciliat. Ludov. Blosius in Can. Vit. spirit., cap. 18.)
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